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La gallega que lidera el proyecto mundial de edadismo en la OMS: «Deberíamos desterrar la palabra anciano»

La coruñesa Vânia de la Fuente-Núñez lucha contra el «racismo de la edad» desde Ginebra, poniendo los cimientos a un problema que el organismo considera de salud pública

Lograr la nota de corte necesaria para acceder a la carrera de medicina supone, para la mayoría y con todo por delante, la meta. Un pequeño paso para el estudiante y un gran paso para una vida cómoda. Por mucho que quede por recorrer, el camino ya está despejado. Universidad-MIR-residencia, el tríptico que suele servir de preámbulo a un futuro, con sus sinsabores, holgado. Vânia de la Fuente-Núñez (A Coruña, 1988), eligió el camino escarpado. Había entrado en medicina, pero entre tanta clínica, entre tanta anatomía, extrañaba un enfoque más social. No quiso hacer el MIR. Imagínense qué disgusto para los defensores del camino asfaltado verla discurrir por el vial de los «patitos feos». De la facultad de Santiago, saltó a Barcelona. Investigó. Se fue a Gambia y a Senegal antes de hacer un máster en Filosofía, Política y Economía de la Medicina en Londres. Hasta que la OMS la reclutó buscando manos en plena epidemia de ébola en el año 2014. Se quedó en Ginebra, donde hoy esta coruñesa es la responsable técnico en la Unidad de Cambio Demográfico y Envejecimiento Saludable de la OMS y directora de la Campaña Mundial contra el Edadismo. Porque el edadismo preocupa en la gran institución mundial de la salud.

-¿Qué es el edadismo?

Cuando hablamos de edadismo, hablamos de tres dimensiones diferentes: nos referimos a nuestra forma de pensar con respecto a la edad, que son los estereotipos; a nuestra forma de sentir, que son nuestros prejuicios; y a nuestra forma de actuar, que es la discriminación. Hacia otras personas, pero también hacia nosotros mismos en función de la edad. La palabra edadismo se ha empezado a utilizar con más frecuencia en los últimos cinco años. En español, veo que cuando la gente habla de edadismo lo equipara discriminación por edad, y no es lo mismo. El edadismo es discriminación, pero también estereotipos y prejuicios.

-¿Y por qué la OMS se dedica a estudiar el edadismo? Parece más una disciplina sociológica que algo en lo que trabaje una institución que asociamos a, por ejemplo, la gestión de una pandemia…

-Cuando hago una presentación pública y empiezo a ver las caras de la gente, es una de las preguntas que intento responder pronto. Todo empezó en el año 2016. La OMS es una organización guiada por sus estados miembro, que son 194. Estos se reúnen todos los años y ayudan a identificar áreas en las que se tiene que actuar en relación a la salud. En el 2016 pidieron al director general que se desarrollara la campaña mundial contra el edadismo, que es la que yo dirijo. ¿Por qué? Porque fue un año en el que se adaptó la primera estrategia y plan de acción mundial sobre el envejecimiento y la salud. Marcó un punto de inflexión. Los países se empezaron a dar cuenta de que realmente iba a ser difícil avanzar en ningún programa o política hacia las personas mayores si no se acababa antes con el edadismo. Y tiene toda la lógica del mundo. Si yo estoy formulando políticas en mi país y parto de unas ideas erróneas acerca de las personas mayores y sus necesidades, no me voy a hacer las preguntas adecuadas.

Y desde luego no llegaré a las respuestas correctas. Había mucho trabajo por hacer antes de avanzar hacia cualquier otra cosa en relación al envejecimiento o la salud. Por eso pidieron que se desarrollara esta campaña. Nos hemos dedicado a recopilar toda la evidencia, porque hasta ahora había un estudio por aquí y otro por allá, pero no sé sabía muy bien qué funcionaba para eliminarlo y sin esa base es muy difícil dar apoyo para que haya cambios. Fueron los países los que se dieron cuenta y los que empujaron para que se actuase.

-Pero, ¿por qué se considera un problema de salud pública?

-Porque, como mostramos en el informe mundial sobre el edadismo, tiene un impacto muy negativo en nuestra salud y bienestar cuando somos mayores. El edadismo está asociado con una muerte muy temprana y se ha demostrado en países como China o Alemania, bastante diferentes entre sí.

Un estudio realizado en China encontró que las personas mayores con actitudes negativas hacia el envejecimiento tenían casi un 20 % de probabilidades más de morir durante el período del estudio, que era de seis años, que aquellas con autopercepciones más positivas.

-Traducido sería que a la gente que no le gusta envejecer tiene más probabilidades de morir antes, ¿pero por qué mueren esas personas?

-Se ha encontrado esa asociación. Pueden morir por diferentes causas y hay más efectos para la salud y el bienestar que la asociación con una muerte temprana. Se ha visto que el edadismo está asociado con hábitos de salud dañinos, como no tomarse la medicación prescrita, beber o fumar. Si se interioriza el estereotipo de que la vejez es un tiempo de enfermedad, puedo pensar: «¿Para qué me voy a estar tomando estos tratamientos si, total, este momento de mi vida es, supuestamente, de enfermedad. No sirve de nada que me tome un tratamiento». Este tipo de razonamientos derivan en conductas perjudiciales para la salud y esto, a su vez, puede desencadenar en la muerte.

Pero tiene muchas más repercusiones. Se sabe que afecta a nuestra salud mental, incluida la aparición de depresión. También en el número de hospitalizaciones, enfermedades crónicas… Hay un montón de estudios en este campo que han constatado esto. La mayor parte se centran en los efectos del edadismo en la vejez, pero todavía no sabemos los impactos que tiene cuando somos más jóvenes.

-Ustedes luchan, por ejemplo, para que deje de considerarse a las personas mayores como gente sin actividad sexual en aras de una mejor salud pública. ¿No es cierto entonces que cuanto más mayores somos, menos sexo practicamos?

-Es que realmente muchos de esos pensamientos también son resultados de edadismo. Se reporta que muchos proveedores de salud (médicos, enfermeros, especialistas, etc.) tienen ese estereotipo de que una persona mayor es asexual. Que a partir de una edad cronológica dejamos de tener relaciones sexuales. ¿Qué pasa cuando vemos esto? Un proveedor de salud, muy probablemente, en la historia clínica que va a hacer del paciente, no formulará ninguna pregunta en relación a la actividad sexual de esa persona. Y no va a poder detectar en un momento temprano enfermedades de transmisión sexual u otro tipo de problemas relacionados con la sexualidad. Se ha visto un incremento de infecciones de transmisión sexual en personas mayores, incluido VIH. No me refiero a infecciones contraídas de jóvenes y que se han cronificado. No. Estoy hablando de nuevos casos. Esas personas mayores no han recibido educación sexual en ningún momento de su vida. Se les muere su marido y, a lo mejor, conocen a otra persona con la que empiezan a tener relaciones y contraen una infección o una enfermedad. A esa persona, nadie le pregunta por ello cuando va al médico. Es un ejemplo de cómo el edadismo en el sector de la salud puede tener un efecto muy negativo en el tratamiento que reciben las personas mayores.

 

-¿Y cómo se lucha contra este edadismo y cómo se logra mejorar la salud de las personas mayores?

-Hay cuatro áreas de acción. La primera es la de tratar de acabar con el edadismo. Gran parte de nuestro trabajo ahora es apoyar a países y regiones para que hagan esos cambios. Las otras tres áreas tiene que ver con crear entornos amigables con la personas mayores: eliminar barreras que pueden existir en el entorno físico o solventar que alguien que viva en un pueblo no tenga acceso a un centro de salud. También tiene que ver con programas que favorezcan una mejor nutrición, hospitales accesibles y poder envejecer en nuestra casa si es lo que queremos. El tercer área tiene que ver con los cuidados integrados y comprensivos, y esto requiere grandes cambios en los sistemas sanitarios. Requiere que dejemos de mirar las enfermedades de forma aislada. Dejar de ver a una persona como un cómputo de enfermedades y se centre más en la persona y en su capacidad intrínseca y funcional, con una valoración global y no ir de un especialista a otro y luego a otro que te miran como no fueses más que un órgano concreto. Se trata de evitar la desintegración de los cuidados que vemos hoy en día. Por último, todo lo que tiene que ver con los cuidados a largo plazo. Durante la pandemia se han visto grandes atrocidades que han reflejado la

total falta de tratos en algunos países. Y donde sí los hay, las carencias que existen.

 -¿Llegará el punto en el que se equipare el clásico «yo no soy racista, pero» al «yo no soy edadista, pero»?

-Se hacen chistes en todo momento en relación a la edad, pero, hoy en día, jamás haríamos un chiste en relación al género y que la gente se riese. Sin embargo, con la edad, todavía está muy socialmente aceptado. Llegará un día en el que una tarjeta de cumpleaños que se ría de tu edad no sea una broma. Fíjese en cómo nos comportamos, todo el mundo miente en relación a su edad en alguna circunstancia. Al final, todos somos edadistas porque todos hemos crecido en sociedades edadistas. Ahí está el problema. Aún no ha calado la repercusión que tiene. La sociedad es tan edadista que sabemos que hay personas mayores que no quieren asociarse entre ellas para defender sus derechos por el estigma que hay.

-En definitiva, todos somos edadistas. Entiendo que son conductas de las que no nos percatamos y que empezarán por el lenguaje.

-Sin ir más lejos, deberíamos desterrar la palabra anciano, que en español tiene muchas connotaciones. Cuando la usas no eres consciente, pero la imagen que te viene a la cabeza es la de una persona débil y frágil. Lo mismo sucede con las imágenes que se siguen usando en muchos medios de comunicación para ilustrar a una persona mayor, siempre son de unas manos.Obviamente, no hay una intención de hacer las cosas mal, pero no somos conscientes del impacto que puede tener una palabra o una imagen. En esto está habiendo cambios, pero si buscas «persona mayor» en Google o en un banco de imágenes, la mayor parte de los resultados son de gente sola y triste. O si no, el otro extremo: un señor mayor con mucho dinero, en una playa o saltando de un avión en paracaídas. No refleja la diversidad que luego vemos en la sociedad. Lo que refleja nuestro trabajo es que una de cada dos personas es edadista. Vimos tasas mucho más altas en países de ingresos medianos o mediano-bajos. Y el edadismo que está institucionalizado y también está a la hora de acceder a determinados recursos, en el sector bancario o en el empleo.

-¿Insisten en que el edadismo no debe asociarse a la vejez, cómo afecta a otras franjas de edad?

-Existe la idea falsa es que el edadismo solo nos afecta cuando somos más mayores y no es verdad. El edadismo nos puede afectar a lo largo de toda nuestra vida. Piense en sus experiencias profesionales. Es muy común, y a mí me ha pasado mil veces, que cuando eres más joven se te cuestiona muchísimo en un entorno laboral. «Bueno, eres muy joven, no tienes nada que aportar». Y tú mismo puedes interiorizar ese estereotipo. Claro que no tienes tanta experiencia como el resto, porque eres más joven, pero esto te puede cohibir a participar en una reunión de trabajo. Y lo mismo pasa cuando eres más mayor. Los estudios realizados en Europa muestran una curva en forma de U evidenciando que sufrimos mayor edadismo hacia los 20 años y luego otra vez cuando alcanzamos los 59. Hay esos dos picos.

-¿Y hay los mismos estereotipos con respecto a la edad en España que en Japón, por ejemplo?

-Hemos visto que algunos estereotipos son comunes a todas las regiones del mundo y que otros que son más particulares. Le voy a dar un par de ejemplos. El estereotipo que vemos en muchas partes del mundo es un binario que considera que las personas mayores son cálidas pero incompetentes y que las jóvenes son competentes pero frías. Esto se da en muchísimos lugares del mundo. Luego hay otro tipo de estereotipos que vemos en contextos como en el trabajo o el sector de la salud. A las personas mayores, en un contexto de salud, se les puede considerar frágiles, débiles, asexuales o depresivos. Sobre las personas más jóvenes se considera que asumen riegos o que toman drogas. Un médico de salud puede actuar en base a ese estereotipo. Hay diferencias dependiendo del estereotipo y el contexto. En el entorno laboral, a las personas jóvenes se les suele adjudicar que son muy buenos con la tecnología y no tiene por qué ser el caso. A las personas mayores se les suele considerar más leales al lugar de trabajo, más que los jóvenes, que se resisten más a los cambios, o que no están motivados.

-¿Pero entonces está todo en revisión? ¿Cuándo considera la OMS que somos personas mayores?

-Es que la edad cronológica y lo que se considera adecuado o no, está construido socialmente. Piense en los cambios que ha habido. ¿Quién se considera una persona mayor hoy y quién se considera una persona mayor en la edad media? Esto evoluciona con el tiempo y se construye socialmente. Es importante pensar en esto. ¿Qué hace que una persona al cumplir los 65 años tenga que jubilarse? ¿Qué hace que un día antes sea un persona válida y un día después deje de serlo? Es el tipo de preguntas que se tendría que hacer la gente. Nuestra edad cronológica puede determinar determinados procesos biológicos o no.

-Pero algún criterio habrá que tener para estandarizar, por ejemplo, la jubilación.

-La pregunta es por qué el estándar adecuado tiene que ser la edad cronológica. Y volvemos al tema de que a lo mejor no todo el mundo quiere seguir trabajando. ¿Qué elige la persona? Hay diferentes modelos en relación a las pensiones que se están proponiendo con entornos laborales mas flexibles. Porque otra de las cosas que expulsa a la gente mayor de los trabajos es que los consideran demasiado rígidos como para llevar a cabo otro tipo de actividades que son necesarias en su vida. Por ejemplo, muchas personas mayores acaban cuidando a su pareja. Si tengo un entorno laboral en el que se me imposibilita tener un horario de cuidados, es muy difícil que pueda compatibilizar ambas cosas. Pasa igual en el sector de la salud. Sabemos que no solo afecta a la detección de infecciones de transmisión sexual. Sabemos que la edad determina en muchos casos quién recibe un tratamiento en muchos países. Con la pandemia lo vimos claramente y no hay un revuelo social en relación a que esto pase, lo cual es una muestra más de lo aceptado que está el edadismo en la sociedad. Llega a pasar lo mismo con otro grupo de población y la respuesta no hubiera sido igual.

-Habla de la pandemia. Muchos mayores han muerto en residencias y otros no han tenido acceso a tratamientos. ¿Ha sido un ejemplo claro de edadismo?

-En el contexto de pandemia hemos visto muchos informes de prácticas discriminatorias por edad. Pero también hemos visto la falta que hace invertir en envejecimiento y en personas mayores. Ha sido horrible, pero si se puede sacar algo en positivo de hacia a dónde vamos es que se ha puesto el foco a las carencias que existen y las opciones que tenemos para mejorar la calidad de vida alrededor del mundo. También las oportunidades que hay y que se están perdiendo por no invertir esfuerzos, por saber qué le interesa a un grupo poblacional que cada vez es más grande. No se diseñan cosas para las personas mayores o se han diseñado cosas asumiendo ciertos preceptos que no son los adecuados. Se han visto las carencias que hay, pero también las oportunidades.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

FONTE: https://lavozdelasalud.lavozdegalicia.es/

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