Los medios de comunicación reproducen una mirada caduca sobre su público más fiel, con una mirada infantilizadora o denigrante, que niega la posibilidad del deseo y vincula a la vejez únicamente con rol del abuelazgo.
Por Gabriel Katz para Revista Plaza
Mal representadas, estereotipadas, discriminadas. La presencia de las personas mayores en los medios de comunicación es baja o nula en relación a su peso en la sociedad y no está ajustada a la realidad.
En su gran mayoría, las noticias y la representación que los medios de comunicación ofrecen respecto a las personas mayores y a la vejez expresa una connotación negativa. Temas como aumentos o bajas en los haberes jubilatorios, asaltos y violencia hacia ellxs, notas de color que reducen el rol de las “personas de edad” en tanto “abuelos o abuelas” ocupan un porcentaje muy alto de la agenda mediática de nuestro país y de la región.
El tratamiento que los medios dan a estas temáticas se caracteriza por una mirada prejuiciosa o “ternurizada” de la vejez, en donde los viejos y viejas son vulnerables, dan pena o angustia. Hacen foco en la invisibilización, infantilización y/o victimización hacia las personas más grandes de nuestra sociedad.
Aun los que se esfuerzan por ser políticamente más correctos sugieren: “cuidar a los abuelos”, olvidando que el abuelazgo es apenas un rol de la vejez.
En muchos ámbitos de la comunicación social, los afectados por la información o los contenidos no son debidamente tenidos en cuenta, lo que hace que su tratamiento no sea correcto o sea incompleto. Y esto es especialmente grave y discriminatorio en el caso de que estos afectados estén mal representados y expuestos a la vulnerabilidad mediática, como sucede a diario con las personas mayores.
Una democracia que desee mejorarse al andar debe caracterizarse por el principio de inclusión y de una justicia de participación. Los medios de comunicación, en tanto traductores de culturas, deben acompañar, dar forma y representar estos procesos. Es sumamente importante hacer consciente este tránsito para lograr una nueva imagen desprejuiciada de la vejez y de entornos que aumenten las posibilidades y oportunidades para las personas mayores.
Lo personal es político
Para poder llevar adelante estos cambios en la representación es necesario hacer un ejercicio de deconstrucción social e individual, y comprender la importancia que implica reeditar un nuevo status a esta etapa de la vida que, además, se vuelve cada día más larga.
Es imposible plantearse un cambio de representación de los medios sin comprender la matriz social, cultural, política y económica que cimienta la concepción actual. Esta estigmatización está encuadrada en un sistema cuyo modo de producción valora a las personas en tanto productivas y rotula a las personas mayores en “clase pasiva”. La crisis del capitalismo, que hoy enrostra la fragilidad de los sistemas de salud de muchos países considerados del primer mundo, olvida que empoderar a los mayores puede ser parte de la solución.
La vejez nos coloca claramente ante la posibilidad concreta de vernos en el espejo de la diversidad. Toda persona mayor representa ese gran “otro” en el que no siempre nos queremos mirar y mucho menos asumir.
Es interesante contrastar estos valores que reproduce el capitalismo con los predominantes en ciertas comunidades ancestrales. Los mapuche comparten gran parte de las características de las sociedades tradicionales rurales en relación a la valoración de la ancianidad. El trabajo, la familia, el rol social están determinados por una cultura donde se valora la ancianidad como una etapa importante en la vida de un hombre o una mujer. La investigadora Ana María Oyarce señala que, en las comunidades, las personas entre 65 y 75 años de edad son consideradas mayores. Es un momento de la vida donde la persona es valorada por el conocimiento que ha alcanzado: “La cultura mapuche valora mucho a los viejos porque han alcanzado el máximo de experiencia y el proceso de envejecimiento es el camino de la maduración de la sabiduría. Cuando una persona llega a la ancianidad, es una persona valorada, muy respetada porque ha alcanzado el máximo de experiencia que es capaz de transmitir”.
Viejismo y pandemia
La viralización de la pandemia, la forma de comunicarla, desnudó como quizás nunca antes el “viejismo”: el conjunto de prejuicios y estereotipos.
La crisis del coronavirus trajo, desde el punto de vista mediático, necesidades, nuevas formas de vincularse y de acceso a la información. Plataformas de contenidos, redes sociales, video-conferencias por Zoom fueron las novedades más preciadas de la cuarentena. Sin embargo, no fueron las únicas. La necesidad de obtener información en tiempo real y el aislamiento social forjaron la tormenta perfecta para que se recuperaran y subieran los números del encendido en la televisión de aire.
Según un estudio de Kantar Ibope Media Argentina, en tiempos del Coronavirus, el rating en Provincia y Ciudad de Buenos Aires creció un 31%. En un contexto de migración hacia las redes sociales y plataformas de contenidos, la televisión sumó 185.617 televidentes llegando a las 6 millones 300 mil personas. El estudio agrega que no solo hay más personas mirando TV, sino que se mira más tiempo. El visionado pasó de 4.52 horas a 6.20 h.
Los noticieros son los que mayor crecimiento han tenido durante la crisis del coronavirus: aumentaron su audiencia de las ediciones del mediodía en un 48 por ciento y un 83 por ciento en las ediciones nocturnas en horarios de prime time.
En los últimos cinco años, la televisión en América Latina venía reduciendo drásticamente sus números. Los niños, adolescentes y jóvenes son los protagonistas y responsables de esta masiva migración hacia las multiplataformas.
Pero la otra orilla de este fenómeno revela un dato curioso. En medio de esta migración, las personas mayores incrementaron en un 8 por ciento el encendido de los televisores. Investigaciones en consumo de televisión en todo el mundo afirman que los principales y más fieles espectadores de TV son los mayores de 65 años. Los investigadores señalan como principales factores de esta fidelidad a la cercanía, el contacto, la compañía y la gratuidad de la TV de aire.
A pesar de estos datos, en nuestro país, las personas mayores suelen estar poco o mal representadas, y son vistas desde los estereotipos. La TV presenta noticias y formatos donde ni la temática del envejecer ni las historias de mayores resultan significativas. Para la Televisión Argentina, por lo general, las personas mayores representan “la otra y el otro”.
Los “zócalos” en tanto tituladores y constructores de sentido repiten hasta el hartazgo el sentido común construido que emparenta a los mayores con el abuelazgo y serán tristemente recordadas las coberturas en donde las cámaras no tuvieron ningún tipo de reparo en resguardar la privacidad de las personas ante un eventual traslado o “evacuación” desde una residencia de larga estadía por el “ingreso o brote del coronavirus”.
La divergencia y discriminación de los medios hacia las personas mayores es mundial. En España, según un estudio liderado por el profesor Hugo Aznar Gómez, director del Observatorio de Gobernanza, Transparencia de la Universidad Cardenal Herrera de Valencia, y Amparo Suay Madrid, doctora en Comunicación por esta universidad y docente en la Universidad Internacional de Valencia, el 91% de los periodistas consultados considera que los mayores no están suficientemente presentes en los medios en relación con su creciente posición económica y peso demográfico. Para el 85%, su imagen mediática no es ajustada a su realidad y el 82% la ve peyorativa, paternalista o sensacionalista. Para ellos, los medios no muestran el papel activo que tienen las personas mayores en la sociedad.
Las políticas públicas deben acompañar un paradigma que conciba a las personas mayores como titulares de derechos y no como sujetos pasivos inclinados al cuidado o la asistencia. Este nuevo enfoque, basado en el empoderamiento de los adultos mayores, permite reconocer y promover las capacidades materiales y simbólicas de una parte cada vez más importante de la población de nuestro país para construir una sociedad más inclusiva y equitativa.
Antecedente silenciado
A partir de la sanción de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, promulgada el 10 de octubre de 2009, la Argentina comenzó a llevar a cabo un cambio tecnológico y una transformación en los contenidos y en los modos de producir sentido desde los medios.
En su artículo 93, la llamada y modificada por un DNU “Ley de Medios” explica la transición a los servicios digitales. De la mano de esa innovación tecnológica, el Estado nacional promovió, a través de la creación del Consejo Asesor de la Televisión Digital, una serie de políticas con el objetivo de modificar la lógica de consumo y dar lugar a una concepción que sea capaz de concebir a los televidentes como ciudadanos activos y sujetos de derechos. Un colectivo de profesionales de la comunicación social fuimos convocados en 2010 por el Estado nacional para diseñar y llevar adelante ACUA MAYOR: un espacio audiovisual que interpela la vejez y que plantea un cambio sustancial en la mirada y la representación negativa de los mayores en los medios de comunicación. El primer espacio audiovisual de Latinoamérica dedicado íntegramente a los adultos mayores. Una herramienta comunicacional para promover y acompañar las políticas públicas dirigidas a este sector basadas en la inclusión social, el modelo de envejecimiento activo y positivo. La señal, que fue alojada en la plataforma de la TDA, se propuso transitar y reflexionar sobre las múltiples formas de envejecer. Pero luego de producir una veintena de formatos, ACUA MAYOR fue primero desfinanciada y luego apagada de la plataforma de la TDA por Hernán Lombardi.
Es destacable la apuesta de la nueva gestión del PAMI, a través de la Plataforma de contenidos Comunidad PAMI, en representar desde todas sus piezas audiovisuales las múltiples y diversas formas que adopta el envejecimiento. También la campaña NO AL VIEJISMO que en plena pandemia unió a la Obra Social más grande de América Latina con la Defensoría del Público y que contó con la participación de figuras públicas que se reconocieron y se expusieron, casi por primera vez, como personas mayores. De reciente aparición, el programa “Mañanas a lo Grande”, que se emite por Crónica HD, busca a través del entretenimiento hacer foco en la solidaridad intergeneracional.
Los medios de comunicación tienen una deuda pendiente si se proponen honrar a su público más fiel. Para saldarla, es necesario evitar las coberturas que privilegian una mirada estrictamente médica y paternalista hacia las personas mayores, visibilizar sus múltiples formas de transitar la vejez, indagar sobre los proyectos vitales, difundir historias y formas de vivir con plenitud la sexualidad y el erotismo, subrayar la diversidad y heterogeneidad.
Es necesario insistir en la responsabilidad social al comunicar y en recomendaciones éticas para representar e informar mejor sobre personas mayores. Una participación más activa de los mayores en los medios para que puedan aportar sus puntos de vista en los temas que les atañen permitiría contribuir desde la comunicación social al nuevo paradigma.
En una sociedad donde la proporción de la población mayor va a seguir aumentando, esta tarea se convierte en un desafío fundamental. Impostergable. Construir una sociedad para todas las edades y trabajar por la solidaridad intergeneracional es la tarea que se viene.
Tomar conciencia sobre la necesidad de la deconstrucción respecto a nuestra mirada, de las formas de nombrar y representar desde los medios a las personas mayores se instala como una urgencia de estos nuevos viejos tiempos.
Epílogo con datos
En Argentina, se considera persona mayor a la persona de 60 años y más, adhiriendo a lo establecido por la 1° Asamblea Mundial sobre Envejecimiento realizada en Viena en 1982.
El envejecimiento es entendido como un proceso que comienza cuando nacemos y finaliza con la muerte. Su desarrollo es diferente según el contexto donde se envejece, las experiencias, las condiciones materiales y simbólicas, etc. La vejez es una etapa más de la vida. Como la niñez, la juventud o la adultez, presenta características positivas y negativas. Existen muchas formas de envejecer. De esta manera, hablamos de “vejeces”.
Las cifras de la longevidad son inéditas y progresivas a nivel mundial. Según la ONU, en el año 2012, la cantidad de personas mayores ascendía a 810 millones. Las proyecciones para 2025 indican que 1 de cada 5 personas será mayor de 60 años y, para 2050, habrá 2.000 millones de personas con esta edad.
En Argentina, más de siete millones de personas tienen más de 60 años, el 15,4 por ciento de la población. El aumento de la esperanza de vida es uno de los mayores logros de la humanidad y uno de los fenómenos que transforma las sociedades de todo el mundo.
*Por Gabriel Katz para Revista Plaza / Imagen de portada: Martina Trach.
FONTE: LA TINTA