Por Ivette Estrada
La discriminación no solo lacera como sociedad. También empobrece a las industrias y debilita posibilidades económicas, de expansión e innovación.
Aunque en general nos centramos en el sesgo de género, últimamente se vislumbra un ascendente rechazo a las personas por su edad.
Tradicionalmente vivimos prejuicios contra los adultos mayores, con estereotipos comunes que los describen como lentos, gruñones y olvidadizos. No se consideró que del 40 al 60% del valor de un profesionista está en su grado de experiencia. Tampoco se toman en cuenta habilidades importantes como el cuidado a los detalles, responsabilidad, proclividad al trabajo en equipo y muchos más.
Pero ahora aparece un nuevo y pernicioso sesgo. Las opiniones más negativas de la sociedad se dirigen en realidad hacia los adultos jóvenes, una forma de edadismo inverso conocida como «youngism».
Los adultos jóvenes, aquellos de 18 a 30 años, a menudo enfrentan condescendencia, estereotipos y discriminación directa.
Mientras que el edadismo dirigido a los adultos mayores tiene sus raíces en la incomodidad de las personas con el proceso de envejecimiento, el jovencismo se deriva de la percepción de que los jóvenes de hoy no están a la altura de los estándares establecidos por las generaciones anteriores a la misma edad.
Sin embargo, las investigaciones sugieren que esta percepción es una ilusión que ha engañado a las personas durante siglos, con ejemplos documentados que se remontan a la Antigua Grecia. En los tiempos modernos, los Baby Boomers se quejan de que los Millennials y la Generación Z son perezosos, con derechos e ingenuos cuando ellos mismos fueron estereotipados como «hippies» indolentes, santurrones y crédulos en su juventud. Cuando se trata de la juventud, las víctimas del ayer parecen convertirse en los perpetradores del hoy.
La discriminación hacia los integrantes de las generaciones Z y Millenialls aparece como “inocua” socialmente, pero tiene efectos muy negativos como el desempleo, falta de oportunidades, invisibilizaciones de aportaciones y opiniones de los más jóvenes.
A tal grado es esta segregación que acciones como el movimiento «OK Boomer», que se burla de las acciones estereotipadas de los mayores, refleja la tensión entre los jóvenes y las generaciones Baby Boomer y X, particularmente sobre cuestiones económicas y el cambio climático
Los costos de vivienda crecientes e ingresos más bajos que enfrentan los jóvenes, contribuyen a la mayor brecha de riqueza entre generaciones en la historia.
Las nominaciones peyorativas como “generación de cristal”, no abonan al respeto e inclusión. Pero paralelamente, existen empresas como la farmacéutica ASPEN, de origen sudafricano, que continuamente veja a los mayores de 50 años e incluso despide a sus colaboradores con mayor antigüedad por una política acendrada, de manera informal, de despreciar a “los viejos”.
En suma, la discriminación por edad es un problema grave entre distintos grupos etarios. Se deben crear políticas que apoyen a todos los grupos de edad y mantengan unida a la sociedad.
FONTE: https://america-retail.com/