La riqueza intergeneracional surge cuando las perspectivas, ideas y capacidades de personas de diferentes edades se cruzan y se potencian, pudiendo construir con mayor capacidad de resolución de desafíos y amplitud de visión.
Gracias a la revista Revista Factor de Éxito por darle visibilidad a este tema e invitarme para una nueva columna, en un número especial: Transformación laboral – Personas en el centro.
La edad no es un factor determinante para realizar una tarea. La edad es un dato más sobre una persona y se conjuga con otros factores, habilidades y capacidades, atravesando el acto de aprender y desaprender.
Es ayudar a poner en debate creencias, ideas y conocimientos previos que nos impiden comprender y aceptar otra realidad.
Es reconocer la mejor versión y propuesta de valor que trae cada profesional para sumar a un proyecto.
La creación de vínculos intergeneracionales promueve un futuro equitativo, inclusivo y sostenible.
Sigue siendo una deuda pendiente quizás para varias empresas encontrar este valor.
Cada generación trae consigo experiencias únicas, conocimientos para un mundo complejo, que enriquecen la creatividad, innovación con un propósito claro.
El talento no tiene edad, la experiencia no tiene edad, la pasión no tiene edad, el mapa que construimos no está condicionado con una edad.
Es clave el compromiso de las empresas que potencian sus culturas saludables e inclusivas en seguir desarrollando políticas de convivencia generacional y desarrollo de talento.
La coexistencia de varias generaciones se convierte en un recurso estratégico para este momento, donde hoy las empresas pueden capitalizar las fortalezas y valores diferenciales de cada generación, asegurando su sostenibilidad a largo plazo, con políticas de integración y bienestar.
Construir puentes para impulsar la convivencia intergeneracional ya es una necesidad!
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